“Hay que buscar la belleza de lo simple, y distinguir lo simple de la simpleza”. Para viajar no siempre es necesario desplazarse de un lugar a otro. A veces, uno puede viajar sin moverse de su casa, con un buen libro o una película. Pero existe además otra forma de viajar: la magia.
Hay magos y magos, y René Lavand, mago argentino manco de una mano, era uno excepcional. Con sus historias conseguía trasladarte a tierras orientales ‘donde siempre somos tres: mi sombra, la luna y yo’, a Tijuana en México, con el Cumanés al Elisabeth en Nueva York, a España con el gitano Antonio, y a tantos otros lugares.
Hace dos días fallecía René Lavand, a los 86 años. Frente a la prestidigitación acuñó el término de la lentidigitación y fue famoso por sus trucos que siempre terminaba ‘No se puede hacer más lento…’ para a continuación lanzar un desafío ‘… ¿o tal vez sí?’, y volver a empezar retando a las cámaras a encontrar el truco. En este blog que pretende ser de viajes, no podían faltar todos los descubiertos y compartidos con René Lavand.
Aquí os dejo mi favorito, el de las migas de pan:
“Tomo una botella de vino y me voy a beberla entre las flores,
siempre somos 3, contando a mi sombra y a mi amiga la luna.
Cuando canto, la luna me escucha, cuando bailo, mi sombra también baila.
Terminada la fiesta los invitados deben de partir.
Yo desconozco esa tristeza.
Cuando marcho hacia mi casa, siempre somos tres,
me acompaña la luna y me sigue mi sombra.
Terminada la fiesta, los invitados deben de partir,
yo desconozco esa tristeza.
Cuando marcho hacia mi casa, siempre somos tres.
Contando a mi sombra y a mi amiga la luna”
Seguro que esté donde esté ahora mismo anda desafiando a alguien con su ‘No se puede hacer más lento…’