En el post anterior, Ruta por Galicia en furgoneta (Parte 1), os llevábamos a visitar la playa de las Catedrales, a Rinlo, un pequeño pueblo pesquero, a Ribadeo y a Mondoñedo. En este post cambiamos de zona, dejamos el Cantábrico para irnos directamente al Atlántico. Adiós mar, hola océano (aunque sí, técnicamente ambas son aguas del Atlántico). Sin saber muy bien a dónde íbamos y siguiendo las recomendaciones que nos llegaban a través de las redes sociales y que contrastábamos en Internet, pusimos rumbo a Valdoviño con la intención de recorrer y conocer los acantilados de San Andrés de Teixido.
Campo base 2: Valdoviño y acantilados de San Andrés de Teixido.
Reservamos camping junto a la playa de Valdoviño pensando que sería un lugar tranquilo, pero nada más lejos de la realidad. Valdoviño, por lo que descubrimos, es un lugar de referencia para el surf, de hecho, el camping al que llegamos con la furgoneta estaba principalmente destinado para aquellos que iban a Valdoviño a hacer cursos de surf. Así que os podéis imaginar el cambio. En Rinlo (el camping del que os hablé en el post anterior) estábamos en medio de la nada, veíamos el mar pero no había playa, el cielo era gris y todo a nuestro alrededor de un verde intenso. Por la noche, las estrellas resaltaban en el fondo oscuro del cielo nocturno y a nuestro alrededor no se oía nada más que un grillo pesado que había decidido habitar la maleza en cercana a nuestra furgoneta para deleitarnos (léase más bien, molestarnos) con sus cantos.
Valdoviño era todo lo contrario. Esta vez sí que teníamos playa, y por muchos esfuerzos que hiciera Carlos por evitar que la arena se colara dentro de la furgo, era algo inevitable, la arena llegaba. En el camping abundaban los adolescentes apuntados a intensivos de surf, algunas familias, y surferos extranjeros desplazados aquí aposta en busca de olas que surfear. Bueno, y nosotros, que no teníamos ni idea de surf. Tomamos el hecho de haber llegado hasta aquí como una señal del destino que nos decía que era momento de añadir otro ítem a nuestra lista de Cosas que hacer antes de morirse: surf √. Así que al día siguiente de nuestra llegada le pusimos remedio y, antes de darnos cuenta, ya estábamos apuntados a una clase de iniciación al surf. Marketing, lo tienes demasiado fácil con nosotros XD
Y bueno, si has llegado hasta este post, supongo que además de conocer nuestra experiencia, te interesará sobre todo saber qué puedes hacer en esta zona. Ahí va, por partes:
Experiencia surfeando en Valdoviño.
Sí, por supuesto. Algo que debes tener claro si visitas Valdoviño es que podrás surfear, iniciarte o perfeccionar, lo mismo da porque hay para todos los gustos. Nosotros nos apuntamos a una de las escuelas que había cerca del camping para hacer un “bautismo de surf”, es decir, surfear por un día. Y, aunque no fuera el mejor de los días, el mar estaba demasiado revuelto y había demasiada corriente (recordad que somos Mediterráneos y aquí nuestro mar es una balsa), la experiencia valió la pena. Fue muy divertido, también muy cansado, pero esas son las experiencias que valen la pena, las que te dejan sin aliento. A mí en parte, me recordó un poco al snowboard, solo que al no llevar los pies atados a la tabla, resulta mucho más difícil mantener el equilibrio. Sin duda, es una algo que nos gustaría repetir más a menudo.
Después de la experiencia surfera, decidimos darnos un pequeño homenaje y comimos en A Saiña, un restaurante en el paseo, con vistas al mar, raciones grandes y, en definitiva, una buena relación calidad-precio. Un lujo, vamos.
San Andrés de Teixido y sus espectaculares acantilados.
Al tercer día, pusimos rumbo a un nuevo campamento, pero antes decidimos pasar el día visitando San Andrés de Teixido y sus acantilados. San Andrés es una pequeña aldea, donde lo más destacado es su santuario, lugar de peregrinación. Según un dicho popular gallego, al santuario de San Andrés de Teixido ‘vai de morto quen non foi de vivo‘ (va de muerto el que no fue de vivo).
Nosotros la verdad es que lo pasamos rápido porque nuestro objetivo era otro: los acantilados de Vixía de Herbeira. Se trata de los acantilados con mayor cota sobre el nivel del mar de Europa Occidental (los cuartos de toda Europa), en su punto más alto la altura es de 613 m. Más de medio kilómetro en vertical desde el nivel del mar. Impresionante.
Vale la pena subir hasta la garita de Herbeira para poder contemplarlos en todo su esplendor. Esta es una antigua construcción de piedra que formaba parte de una serie de puestos de vigilancia costera y marítima situados a lo largo de toda la costa. A ella se llega fácilmente con el coche, ya que la carretera está bien cuidada porque lleva también a un parque eólico. Nuestro plan para ese día fue comprarnos un pícnic para comer (queso, fuet y pan de hogaza en un mercado) y disfrutar de las vistas. No se podía pedir más.
Después del pícnic pusimos rumbo al que sería nuestro tercer campo base, en Finisterre. Pero eso mejor os lo cuento en otro post. Y con esto acaba nuestro segundo post descubriendo Galicia en furgoneta, ¿conocíais esta zona?
Por último, si estás buscando un buen seguro de viajes, nosotros siempre lo hacemos con Chapka. Haz click en la imagen y consulta lo que necesites. Si encaja con tu presupuesto, contrátalo a través del blog que así me echas una mano 😉