Llevas años viviendo en Valencia, o tal vez no eres de aquí, pero llevas años queriendo hacer una escapada a la capital del Turia. Pensar en Valencia, es pensar en la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, en los grandes eventos (Fórmula 1, Copa América, etc.), pero también en cosas más pequeñas. Es pensar en paella (la buena, la de verdad, y no ese arroz con cosas que sirven en otros sitios bajo el nombre de paella), en horchata y fartons, en el Miguelete, o en su gran fiesta: las Fallas. Esa fiesta que consigue paralizar a una ciudad entera durante unos días. Que, en muy, muy, muy resumidas cuentas, se trata de ruido, ruido y más ruido, pero ¡ay! ¡qué melodía tiene ese ruido!…
Y así, podrías seguir diciendo cosas que te recuerdan a Valencia sin caer en la más importante, la que nos ha traído a este post: el Museo de la Seda. Y es que, hubo una época en que Valencia ocupó un lugar central en la producción y el trabajo de la Seda. Una época en la que casi la mitad de la ciudad de dentro de las murallas trabajaba directa o indirectamente por y para la seda.
Puede que alguna vez hayas oído hablar de la Ruta de la Seda, una ruta que unía China con el Mediterráneo a través del intercambio comercial de diferentes productos, especialmente de la seda. Esta en un principio procedía de China, ya que pocos países conocían la forma de obtenerla. Fue gracias a los árabes, durante la época del califato de Córdoba en el siglo IX, que la cría del gusano de seda (sericultura) llegó a la Península Ibérica, asentándose especialmente en Valencia.
Así, poco a poco, la industria de la Seda fue transformando la vida económica no solo de la ciudad sino también del campo. El cultivo de la morera, de cuya hoja se alimentaban los gusanos de seda, comenzó a extenderse. Y el trabajo del vellut (terciopelo) de seda a adquirir más y más importancia, y compradores claro. Hoy en día, el barrio donde se encuentra el Museo de la Seda recibe el nombre de barrio de Velluters, indicando la importancia que el trabajo de la seda tuvo en esta zona de la ciudad ya que fue donde se instaló el gremio de los velluters (tejedores de terciopelo).
Sin embargo, el Museo de la Seda tiene muchas más cosas que contarte además de la producción de la seda. El hecho de que casi la mitad de la ciudad trabajara la seda, hizo necesaría la creación de un gremio para, entre otras cosas, controlar la calidad del producto. Por eso, el edificio donde se encuentra el Museo de la Seda fue también Colegio del Arte Mayor de la Seda, en el que se formaban y se evaluaban a los futuros maestros de la seda, así como se controlaba la calidad del tejido.
El edificio guarda muchas sorpresas: una escalera escondida detrás de una pared, suelos de cerámica pintados a mano, telares mecánicos inmensos para hacerte una idea de cómo se trabajaba la seda, etc. ¿Lo que más me gustó a mí? El telar y la demostración de cómo se teje la seda para dar lugar a las prendas.
En el Museo de la Seda hay visitas guiadas que te cuentan lo que yo he intentado resumir en este post y mucho más. Las visitas guiadas duran en torno a 50 minutos y después puedes quedarte visitando los rincones del museo que más te hayan gustado. Por eso, si vienes a Valencia deberías guardarte al menos 2 horas para visitarlo.
Datos prácticos: El museo se encuentra en la C/ Hospital, 7, junto a la biblioteca. La entrada con visita guiada cuesta unos 7 €, de todas formas, puedes ver toda la información en este enlace.
¡Espero que te haya gustado! ¿Conocías la importancia de la seda en Valencia?
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