En este post, volvemos de nuevo a la capital escocesa. Edimburgo es, sin ninguna duda, una de mis ciudades europeas favoritas. La ciudad respira tradición, cultura y tiene un cierto halo de misterio que hace que sea única.
Viajamos a Edimburgo a finales del mes de agosto, coincidiendo con el famoso Festival Fringe de Edimburgo, que dura prácticamente todo el mes. Es una buena época para conocer la ciudad ya que hay multitud de espectáculos callejeros de todos los tipos y para todos los gustos. El entretenimiento está asegurado.
Pero es cierto, que en estas fechas la ciudad está muy transitada y conviene reservar alojamiento con bastante antelación.
En general, Edimburgo es una ciudad bastante fría, y no lo digo por la gente ni por la arquitectura de los edificios, si no porque hace frío. A pesar de que fuimos en el mes de agosto, la sensación era otoñal y por las noches la temperatura bajaba hasta los 10 o 12 ºC. Por lo que, prepara ropa de abrigo sin importar la época en la que visites la ciudad.
Los viejos edificios de piedra grisácea castigada por las frecuentes lluvias y con incluso restos de moho en su parte más baja, le dan a la ciudad ese toque tan mágico que ha inspirado a tantos artistas y escritores.
La parte turística se divide principalmente en dos zonas, la Old Town y la New Town. Ambas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1995. Están separadas por los Princes Street Gardens, la Galería Nacional y la estación central de trenes (Waverley Station).
Si le echas un vistazo a la foto, puedes ver como toda la ciudad vieja está en lo alto de una colina. Y es que años atrás, la ciudad vieja estaba rodeada por un pantano.
Recorriendo la Old Town
La arteria principal de la ciudad vieja es la Royal Mile, una larga avenida de una milla de longitud que conecta el Castillo de Edimburgo, que corona la ciudad, con el Holyroodhouse Palace. De ahí su nombre, no?
Es imprescindible recorrer esta avenida… y no solo una vez, sino muchas. Cuando vayas a visitar la catedral de St Giles, tienes que llevar cuidado y es que cerca de la entrada se encuentra en el suelo un mosaico llamado Heart of Midlotian. Como su nombre indica tiene forma de corazón y hay una tradición de escupir en él como símbolo de buena suerte.
También merece la pena visitar el museo The Real Mary King’s Close. En él te llevan por un recorrido por los antiguos callejones de la ciudad y te explican como era la vida en la Edimburgo antigua. No voy a desvelar mucho más, pero sin duda, la visita es obligada para conocer mucho mejor la historia de la ciudad.
La visita al Castillo de Edimburgo también es imprescindible. Situado en lo alto de la colina de Castle Hill, ofrece unas vistas impresionantes de la ciudad. Se trata de un complejo con varios edificios por lo que ten en cuenta, que si decides visitarlo puede que te lleve toda la mañana perfectamente. Dentro puedes encontrar las Joyas de la Corona escocesa, y diversas exposiciones. Como curiosidad a las 13h en punto, se dispara diariamente desde 1861 un cañón (excepto domingos).
A parte de estos hay otros puntos que merecen la pena. Victoria St. está considerada una de las calles más bonitas de Edimburgo, con sus casas de colores. En Grassmarket Square puedes encontrar numerosos pubs y muy cerca tienes el café The Elephant House. Punto de peregrinaje para los más fanáticos de Harry Potter y es que la autora J.K. Rowling escribió allí gran parte de las novelas. Justo al lado, se encuentra también el conocido cementerio de Greyfriars. Puedes conocer más sobre la Edimburgo literaria en este post.
Descubriendo la New Town
A pesar de llamarse ciudad nueva, esta parte fue construida entre los siglos XVIII y XIX. Las arterias principales son Princes St. desde donde hay unas vistas espectaculares a la parte vieja y George St. En esta zona es donde se encuentran los principales comercios de la ciudad. Es la zona perfecta para comprar, comer o tomar algo. Destacaría The Dome, uno de los restaurantes/cafés más emblemáticos de la ciudad.
También en esta zona se encuentra el majestuoso Hotel Balmoral, uno de los más exclusivos de la ciudad y el monumento a Walter Scott. Frente a este último es donde se suelen encontrar los mercadillos navideños y distintas ferias a lo largo del año.
Otros puntos de interés
Sin duda, Calton Hill es otra visita imprescindible. En esta colina, se encuentra el observatorio de Edimburgo y una acrópolis. Es muy recomendable subir al atardecer, ya que las vistas sobre la ciudad son increíbles. Lo puedes comprobar en esta foto:
Otra zona muy recomendable es el Holyrood Park, justo al lado del Palace of Holyroodhouse, una de las residencias oficiales de la corona británica cuando visita Escocia. El Holyrood Park es un pulmón ‘verde’ en medio de la ciudad y que recuerda mucho a las Highlands. Si te encuentras con energía, anímate a subir hasta el Arthur’s Seat, la colina más alta del parque. Un paseo muy popular que ofrece vistas panorámicas de toda la ciudad.
Por último, puedes acercarte hasta Dean Village. Se trata de una pequeña aldea fundada en el s. XII a orillas del río Leith. Merece la pena dar un tranquilo paseo por sus calles y además se encuentra a pocos minutos del centro de la ciudad.
¿Más días en Edimburgo?
Si tienes pensado quedarte más días en Edimburgo, te recomiendo que leas estos posts. En uno de ellos hacemos una excursión a Stirling, la ciudad de William Wallace, uno de los héroes de Escocia y en otro vamos un poco más al norte hasta St. Andrews.
¿Cómo llegar a Edimburgo?
Aunque Edimburgo tiene aeropuerto propio, nosotros viajamos desde Alicante hasta el aeropuerto internacional de Glasgow. Desde allí hay conexión en tren hasta Edimburgo (1h). Ahora hay varias compañías que vuelan regularmente a Edimburgo desde varias ciudades de España.
En definitiva, Edimburgo es una ciudad con mucho encanto, envuelta en ese aura de misterio que la hace distinta. Totalmente recomendable para hacer una escapada en el norte de Europa.
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