Astral no es un Salvados más

Lo bueno que tiene Astral, el último documental de Salvados, no es que te hable de las pateras a la deriva en el Mediterráneo. Al fin y al cabo, eso son cosas que sabes. Todos los días se hunden pateras en el mar, miles de refugiados siguen llegando a Grecia, se van cerrando fronteras… Y todo esto no te gusta, y te revuelve, y te gustaría hacer algo más, pero no sabes cómo ayudar, y el bombardeo de información solo consigue que poco a poco vayas acostumbrándote a escucharlas y, casi sin quererlo, a insensibilizarte.

Lo bueno que tiene Astral es la forma en la que consigue acercarte esa realidad que tienes tan conocida. Huyendo del morbo, consigue a través de imágenes muy sencillas que tu mundo se tambalee. Y es que, lo que Jordi Évole nos acerca en Astral es una realidad que habla por sí sola, que apenas necesita ser maquillada para conseguir el efecto deseado.

Astral enseña que querer es poder. Que a veces, solo hace falta ilusión, voluntad y un poco de suerte para poder echar una mano. Que con esos tres ingradientes, un grupo de voluntarios puede lanzarse al mar y salvar en poco tiempo miles de personas a la deriva.

Sin embargo, Astral también te enseña que querer no es siempre poder, que llega un momento en que la ayuda debe pasar por las administraciones, que es ahí donde se debe apretar. Como dicen los voluntarios de Astral en el documental, ellos luchan por el derecho a la vida de los que huyen de guerra y miseria, pero que es la Unión Europea la que debe encargarse de cubrir los demás derechos. Una Unión Europea que avergüenza y deja mucho que desar. Una Unión Europea que conoce bien todo lo que está ocurriendo en nuestro mar, pero a la que interesa mucho más ignorarlo o gastarse millones en devoluviones forzosas. Una Unión Europea en fin, que hace que te estremezcas al ver cómo los inmigrantes rescatados, eufóricos al creerse ya en Europa, son llevados al barco que les llevará a su ‘tierra prometida=, pero no a la que ellos piensan sino a la de los CIEs y la de las deportaciones. Una Unión Europea que, al final, hace que te quedes con la duda de si no habría sido mejor que su aventura hubiera acabado ahí, en el Mediterráneo. Y es que, la mayoría de estas personas huyen del infierno, hasta el punto de que la muerte les parece mucho más atractiva que volver a la casilla de salida.

Sin embargo, lo mejor del documental es que, aunque salgas abatido y sientiéndote un hipócrita preocupado en tus problemas cotidianos cuando todas estas cosas suceden relativamente cerca de ti, es que no te vas a casa igual que entraste.

El otro día fui a ver el documental a La Rambleta. Y de las cosas que más me llamó la atención fue el silencio que se hizo al encenderse las luces. Un silencio que nadie se atrevía a romper. Que solo pudo romperse con los aplausos. El documental deja a cada uno digiriendo a su manera todo lo que acaba de ver, que no es tarea fácil.

Por eso, hay que ver el documental. Porque, ojalá, sea este el empujón que necesitamos apara empezar a movilizarnos y exigir a los gobiernos que actúen. Porque después de verlo no te sentirás el mismo y, porque los de Proactiva Open Arms se merecen este apoyo como mínimo.

¿Qué te ha parecido a ti Astral?

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