Decir que Bangkok es una ciudad caótica es como decir que Valencia tiene mar o que en Londres llueve. Es como no decir nada diciendo algo. Así que en mi primer post sobre Bangkok, me he propuesto huir de los adjetivos comunes que todo el mundo utiliza cuando habla de la capital de Tailandia.
Seguramente, una de las mejores formas de encontrarse con Bangkok por primera vez sea llegar a ella a través del Skytrain que conecta el centro de la ciudad con el aeropuerto. Y pienso que es de las mejores, porque te permite conocer Bangkok poco a poco, viendo cómo se acerca lentamente desde el horizonte. En un primer momento, ves cómo su skyline, su perfil, empieza a insinuarse a lo lejos, y te da la sensación de que te estás acercando a una ciudad moderna, a algo así como una especia de Nueva York en el Sudeste Asiático.
Sin embargo, la sensación de modernidad es algo que se difumina a medida que os rascacielos dejan de ser un perfil en el horizonte y pasan a convertirse en la realidad que te rodea.
Lo bueno de llegar en el Skytrain es que te da una vista aérea de la ciudad, que te permite ser un observador a 10 metros de altura sobre la calle, ver cuáles son los cimientos sobre los que se alzan los grandes edificios, cómo son sus calles… Y es de esta forma como caes en la cuenta de que parece que no existiera ningún plano, ningún proyecto de ciudad sobre cómo se diseñó Bangkok.
Los rascacielos, que a lo lejos parecían formar parte de un mismo núcleo urbano, crecen y se alzan de repente, como áboles solitarios en medio de un prado, dando la impresión de fragilidad. Es como si la ciudad, que en su momento estaba constituida por casas bajas, chabolas o edificios de 3 ó 4 alturas como mucho, quisiera cambiar, renovarse, pero no tuviera tiempo, ganas o dinero, para hacerlo de forma conjunta. En las parcelas seleccionadas, quién sabe si por azar o por qué extraña casualidad, se alzan torres de 15,20, 30 pisos. Las más nuevas, llenas de cristal, lo que les da un toque de luz, de espacio. Las más viejas, como colmenas, con pocas ventanas y transmitiendo sensación de agobio y hacinamiento. Y, entre ellas, las casas bajas, cutres, sucias, con techos metálicos, frágiles, con goteras. Pero también algún barrio residencial, lujoso, tranquilo y limpio.
Esta fue mi primera sensación al conocer Bangkok, antes de perderme en sus calles. En el próximo post os contaré cómo cambia Bangkok cuando la recorres, la hueles y la sientes con todos los sentidos.
Datos prácticos: Llegar del aeropuerto al centro de Bangkok con el metro aéreo (el Skytrain) es bastante fácil y rápido, y solo cuesta 45 bhats (1.2 €). Podéis consultar toda la información aquí.
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