Hace dos meses que he empezado a dar clases en una academia de repaso dando clases de ciencias niños de secundaria. Ayer, en una de ellas, un niño de 2 de la ESO me preguntaba que no entendía muy bien por qué era necesario el dinero, no entendía por qué tenía que haber ricos y que haber pobres si todos podríamos funcionar con una pequeña paga mensual (como él con la paga de los fines de semana). Decía que no podía ser que no había dinero, porque si hay fábricas que producen dinero, solo hay que hacer que produzcan más y ya está, así de sencillo. Todos con una paga mensual que nos permita vivir, todos iguales, todos felices.
No supe muy bien qué contestarle. ¿Que al sistema no le interesa eso? ¿Que el sistema se basa en que haya desigualdad para funcionar? Pero claro, cómo le explicas a un niño los intereses del sistema y que no todo el mundo quiere vivir con lo justo, que mucha gente es ambiciosa y no está dispuesta a renunciar a sus lujos, que a los que gobiernan lo que menos les interesa es que el sistema cambie.
Hoy, con todas las noticias sobre el desalojo de Idomeni me he acordado de él. ¿Cómo le explicaríais vosotros a un niño lo que está pasando con los refugiados? ¿Cómo justificas que gente incocente que huye de una guerra no sea acogida con los brazos abiertos por aquellos países que llamamos democráticos y que consideramos garantes de los derechos humanos? ¿Cómo le dices que es normal tenerlos hacinados en campos de refugiados y que solo se desalojen esos campos, no con el objetivo de mejorar su calidad de vida, sino con el de abrir las rutas comerciales como pasa en Idomeni?
Tal vez nadie debería olvidar nunca, por muy importante que sea y por mucho poder que tenga, aquello que pensaba sobre los mayores cuando era niño. Tal vez así, podríamos hacer del mundo un lugar mejor de verdad.
Se habla el doble lenguaje de los artistas del disimulo. Doble lenguaje, doble contabilidad, doble moral: una moral para decir, otra moral para hacer. (Eduardo Galeano)