Llegó el momento de abandonar Tofo y poner rumbo a un nuevo destino. Amanecimos por última vez en las cabañas de Tofo para acabar durmiendo en la playa de Vilankulos, 315 km más al norte de donde nos encontrábamos. Aquí en España, calcularíamos que Vilankulos se encuentra a unas 4 horas como mucho de Tofo, pero en Mozambique las distancias cambian. El estado de las carreteras y que nos tocara hacer bastantes horas de noche, hizo que tardáramos entre 5 y 6 horas en llegar a nuestro destino. Pero vayamos por partes.
Como decía, volvimos a amanecer en nuestra cabaña, con los rayos de sol colándose entre las cañas y el viento susurrando. Antes de irnos, algunos querían darle una última oportunidad al tiburón ballena, así que decidimos pasar la mañana en la playa de Tofo. Y es que, Tofo es un lugar estratégico desde donde se puede ver el tiburón ballena, y muchas agencias lo saben.
El tiburón ballena es uno de los peces más grandes que existen. Puede llegar a alcanzar 14 m de largo y pesar 20 toneladas. A pesar de ser un tiburón, es totalmente inofensivo para los seres humanos (o eso dicen). Lo más bonito es su piel, llena de lunares blancos y líneas horizontales y verticales. Cuenta la leyenda que poco después de crear al tiburón ballena, Dios y los ángeles colocaron monedas de oro y plata en la espalda del animal en honor a su belleza, y de ahí que se quedara su piel de esa manera. Quién sabe, en cierta manera, con los tours para ver a este animal aún hoy seguimos echando monedas sobre la piel del tiburón ballena, ¿no?
En Tofo, hay muchas agencias que por unos 1500 meticaes (37.5 €) te ofrecen nadar con el tiburón ballena. El trato es el siguiente, durante dos horas se está a bordo de una lancha en busca del tiburón, y en el momento en que se ve todo el mundo se lanza al agua para poder acercarse y nadar con él.
Consejo: intentad hacer el tour un día soleado ya que, para encontrar al tiburóno ballena los guías lo identifican según la sombra que deja en el fondo del mar, y en días nublados ver esa sombra está complicado.
Cuando nosotros estuvimos, estaba nublado y algunos se apuntaron a ver si conseguían ver el tiburón ballena. Lo único que vieron fue un mar muy revuelto y volver mareados a la orilla. Depués de todo esto, pusimos ya rumbo a Vilankulos donde llegaríamos de noche. El camino a Vilankulos es el mismo que el que veíamos cuando íbamos de Maputo a Inhambane, excepto por una particularidad. Tiene un tramo de la carretera donde te alertan sobre cierto peligro de que se te cruce un animal por la carretera, ¿os imagináis de qué animal se trata? Mirad la foto 😉
También, esa noche tuvimos nuestro primer encuentro con la policía, que nos paró diciendo que íbamos a 120 km/h en una zona de 60 km/h (algo que no era cierto), y que nos tenían que multar. Tras decirles que era imposible que nos enseñaran la foto del radar, sin nada más nos dejaron seguir adelante. Primer control superado.
Y llegamos por fin a la playa de Vilankulos, donde fuimos directos al Baobab Beach Backpackers con la emoción de que no sabríamos cómo era todo a nuestro alrededor hasta la mañana siguiente. Llegar de noche y despertarte en ese lugar es altamente recomendable, pero para ver el sitio donde amanecimos tendréis que hacer como nosotros: esperar, en vuestro caso, al siguiente post. Por ahora, aquí va un adelanto. ¡Próximamente Vilankulos e Isla Bazaruto! ¡Un paraíso!
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One thought on “Rumbo a Vilankulos (Día 4)”