¿Sabéis lo mejor de viajar sin prisas, sin agenda? Que por fin, empiezas a ser dueña del tiempo, de TU tiempo. Ya no hay más obligaciones que las que te quieras imponer, ya no hay horarios, no hay responsabilidad. Por primera vez en mucho tiempo, te sientes dueña de tus pasos. Tienes tiempo para dormir, leer, escribir… ¡tienes tiempo hasta para pensar! Quizá fue por eso que Wanderlust, el primer producto de este blog, nació en el viaje por el Sudeste Asiático… o quizá no.
Los niños de Myanmar: los nadies de ciudad (2/3)
¿No te ha pasado nunca que caminar una ciudad es caminar una canción, una historia o un poema que has oído/leído muchas veces? Algo parecido me ocurrió a mí en Yangón, en Myanmar. Mientras caminaba bajo los 40 ºC al sol por las calles de Yangón, mientras me refugiaba a la sombra de un árbol en un parque a orillas del lago, mirara donde mirara, los nadies de Galeano se repetían una y otra vez en mi cabeza. Por eso hoy, siguiendo la serie de la semana pasada, vuelvo para hablarte sobre Los niños de Myanmar. Hoy te presento a los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada…
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Los niños de Myanmar: la ciudad I (1/3)
Viajar te abre los ojos, y de alguna forma te hace ver que, aunque nos guste quejarnos, podemos considerarnos afortunados en muchos aspectos. Durante el viaje por el Sudeste Asiático, uno de los países que más me impactó fue Myanmar. De todas las cosas que vi allí, lo que más llamó mi atención fue la situación de los niños y cómo esta cambiaba según te movieras por la ciudad, el campo o por las zonas turísticas. En Myanmar, como en España, la mayoría de edad se alcanza a los 18 años, al menos sobre el papel. Sin embargo, las responsabilidades de estos niños empiezan antes, mucho antes.
Buceando en Koh Tao (Tailandia) con Pura Vida
¿No os ha pasado nunca que os apuntáis a algo sin muchas ganas y seguros de que no os va a gustar y luego todo cambia? A mí me pasó algo parecido en Koh Tao. Yo no quería bucear. Nunca me había llamado el buceo, no le veía la gracia a eso de sumergirte a tantos metros simplemente para ver peces. Peces que, en general, no hacen nada y pasan de ti, pero que en el peor de los casos (en el peor, peor, peor y quizás poco probable) podían hasta matarte (¡cuánto daño ha hecho la películo de Tiburón!). En fin, yo no quería bucear hasta que llegué a Koh Tao y conocí a los chic@s de Pura Vida.
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20 + 3 días en el Norte de Tailandia
Enero de 2017 fue nuestra primera vez en Tailandia. Escogimos Tailandia para empezar nuestro viaje de 3 meses porque leímos que era un lugar bastante fácil por el que empezar a conocer la zona. Y es cierto, viajar por Tailandia es fácil, muy muy muy fácil y esto hace que, a medida que vas conociendo otros países del Sudeste Asiático, pierda su encanto. Sin embargo, para empezar no está nada mal el Norte de Tailandia.
La danza del Lago Inle
Arquímedes, en sus estudios sobre la palanca, dejó una frase que pasaría a la historia: ‘Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo’. En el Lago Inle, en Myanmar, seguramente muy pocos hayan oído hablar de ese tal Arquímedes, y aún menos que conozcan la existencia de esa frase. Sin embargo, es bien seguro y a la vista está de todos los que se dejan caer por este lugar, que son capaces de hacer maravillas con un punto de apoyo.
El camarero de Mandalay
En Mandalay hay mucho tráfico, aunque no tanto como en Bangkok. El hecho de que la mayoría de calles estén, o bien sin asfaltar, o bien a medio camino, hace que el tráfico además de contaminar el aire, lo llene también de polvo. ¡Hay árboles de 5 metros de altura con las hojas completamente blancas del polvo que se levanta! Parecen de cartón, como si estuvieran para decorar las calles a la espera de que alguien fuera a pasarles el plumero. Más que caminar, lo difícil es respirar entre tanto polvo.
Mujeres viajeras de la historia
«Es imposible que lo hagas. En primer lugar, eres una mujer y necesitarías guardaespaldas, y aún si fueras sola, tendrías que llevar tanto equipaje que te sería imposible hacer movimientos rápidos. Además, no hablas más que inglés, así que no tiene sentido discutir esto. Solo un hombre podría hacerlo«.
Primer encuentro con Myanmar: Mandalay.
Llegamos al aeropuerto de Mandalay a las 12.30 de la mañana y desde el primer momento, supimos que Myanmar iba a ser muy diferente de Tailandia. En la espera para conseguir el visado, empezamos a ver hombres vestidos con una especia de falda, longi que lo llaman ellos, escupiendo saliva roja a modo de sangre en las papeleras del aeropuerto. Sabíamos que no era sangre, sino betel, una especie de tabaco de mascar que les deja los dientes rojos y les hace escupir continuamente mientras lo mastican, ya que lo que sale de ello no hay que tragarlo.
Pasamos el control sin mayor problema y, mientras esperábamos que salieran las mochilas, la luz del aeropuerto se fue 3 veces, como si no estuvieran preparados para soportar la demanda de energía de la cinta del equipaje. No, desde luego que Myanmar, nuestro segundo país del Sudeste Asiático, no nos iba a dejar indiferentes. Así, con esta entrada, pusimos rumbo a nuestro primer destino en Myanmar: Mandalay
El paraíso de Pai
Pai es una pequeña ciudad al norte de Tailandia, en la provincia de Mae Hong Song. Está en un valle, rodeada de montañas y atravesada por el río con su mismo nombre. Hay dos formas de llegar a ella: avión o autobús. La más barata y, por tanto la que usamos nosotros fue la segunda. Por 160 THB (~4 €) puedes llegar a Pai en minibus. 146 km, ¡762 curvas! y 3 horas de carretera la separan de Chiang Mai, pero bien merece la pena acercarse a ella. Nosotros fuimos para 3 días y acabamos quedándonos 7.
Sin embargo, todo lo bueno se acaba, y llegó el momento de despedirse de Pai, así que os dejo mi cuaderno de bitácora con un resumen de lo que esos 7 días en Pai fueron. ¿Te vienes?